miércoles, 26 de diciembre de 2012

LA OTRA ECONOMÍA




“Como ocurre en la película  La Rosa Púrpura de El Cairo;  la magia de la empresa social consiste en que te presentas, entras, y de repente las historias que los demás quieren compartir se convierten en tus historias. La “otra economía” consigue dar la mano a los participantes para entrar en el guión y sentir. Conseguir ese sistema de gestión centrado en la persona para cada contexto y situación, es la  innovación en sí misma: siempre implica un cambio vivo.”

Creo en la fuerza de las historias


Todo texto que tratase acerca de economía social debería comenzar con una historia, y cada vez que se perdiera el rumbo en la gestión, se debiera volver a ella; a la búsqueda de la motivación por la que se dio solución a ese problema social[1]. Mi experiencia de crecer participando en organizaciones sociales me ha ayudado a valorar los testimonios de mis compañeros y compañeras, a crear grupos de trabajo y aceptar las dificultades cuando no todos tienen los mismos objetivos en un proyecto. Me responsabilicé del valor de la participación en la toma de decisiones. Aprendí a relativizar los fracasos materiales y a priorizar por la persona: “pues en estos momentos de crisis, de dificultad, cuando resulta difícil permanecer, habla el corazón y la sensibilidad de no dejar caer las vidas que existen detrás de las cifras.” Para mí, esto es gestión; y mantener el proceso educativo para llegar a sentir comunidad, es parte de la gestión innovadora.
Desde el texto “La empresa social, una forma de gestión innovadora”[2]; se busca establecer si la empresa social puede ser considerada como tal. La conclusión  final de la exposición es que sí, que en sí mismas las empresas sociales son ejemplo de innovación, creando valor económico y social para sus socios y las comunidades donde se desarrollan. Además, ocurre en diferentes épocas. Con su conformación se ha contribuido a la solución de problemáticas comunes que han aquejado a diversos sectores de la población en el mundo.
A continuación se van a exponer las conclusiones obtenidas a partir de dicho artículo acerca de la innovación social, a modo de declaración de principios.

Creo en la primacía de la persona en la actividad económica, en vez del capital


Y por ello, “No estamos aquí para crear hombres ricos sino sociedades ricas”. En este sentido, la empresa social ofrece una alternativa a colectivos de difícil reinserción. Consorcio SIS de Milán, Fundación Down en Zaragoza, Fundación Adunare… participan de la dignificación social del mercado de trabajo. También existen personas preocupadas por la calidad de vida e ideales que les ofrece su empleo; por ejemplo los socios de la Cooperativa La Birosta, bar y restaurante de larga tradición vegetariana/vegana. Cierran los domingos (¡en un sector de restauración!), y los socios consideran fundamental su actitud: “Hemos montado un negocio donde es fundamental nuestra postura ante la vida, tanto a través de la comida, como de las actividades que desarrollamos…”[3](Lorena Abad)
La “Otra Economía” desarrolla personas solidarias, libres y democráticas: portadores de sueños y de futuro. Materializa una forma de vida solidaria, aprovecha recursos sociales ociosos (paro y autoempleo colectivo), fomenta una economía que da más oportunidades vitales. Esto es innovación.

Creo en el poder de las causas que unen a la personas para resolver problemas de forma participativa. Creo en la creación de redes


Pues su lógica no es moda pasajera de redes sociales al uso (tal y como las entendemos virtualmente); sino que es la única manera de vertebrar procesos participativos verdaderamente enriquecedores para todos y todas, dejando al margen el protagonismo de una organización o persona en concreto.
Si existen personas u organizaciones que funcionan bien según unas pautas comunes como el caso de las integrantes de REAS (Red de Economía Alternativa y Solidaria), ¿por qué no agruparse para generar un espacio económico auto-referente? Y es más… ¿por qué no generar un mercado social de compromiso entre organizaciones, financiadores, proveedores, consumidores y usuarios, que potencien los hábitos del corazón y generen nuevos códigos de consumo responsable? Mercado Social, GOTEO, y MOVE COMMONS son plataformas virtuales creadas para poner en contacto a todos los actores anteriores, reactivando un tipo de participación inédito hasta hace poco tiempo. Esto es innovación.

Creo en la repercusión positiva de la economía social en la comunidad. Creo en una futura cultura de cuidado de “los comunes”


Por ejemplo, según Enrique Bayona, director del Grupo Arcoiris (cooperativa agraria), uno de los mayores éxitos de su grupo ha sido ayudar al desarrollo de la comarca del Matarraña: “Mejorar el entorno social es nuestro objetivo. Por ejemplo, hace unos meses supimos que la escuela de Lledó tendría que  cerrar por falta de alumnos, así que nos preguntamos si dispondríamos de algún puesto de trabajo para que familias con hijos se instalaran en el pueblo. Dimos empleo a dos personas y hemos logrado mantener abierta la escuela”.
Marina Martínez, presidenta de la empresa de limpiezas Tiebel, es otro ejemplo: “Las iniciativas que dan riqueza y trabajo han de salir de las necesidades de cada zona. En los pueblos suele ocurrir que se instala una empresa que anuncia muchos puestos de trabajo pero que a los pocos años se marcha. ¿Por qué? Simplemente, porque su producción no está relacionada con lo que puede ofrecer a la comarca.”[5]
Ambos testimonios son ejemplos de preocupación empresarial por la redistribución de la riqueza en la propia comunidad y el horizonte de continuidad de la empresa en el territorio. Esto es innovación.


Creo en el desarrollo de una gestión social y humana de las organizaciones, en constante evolución con los tiempos y el entorno. Un manantial de innovación


Para entender el desarrollo de la gestión social es bonito hacer el ejercicio de retornar al origen etimológico de la palabra economía; que viene del griego oikonomos y significa administración del hogar (oikos significa "hogar" y nemein, "administración”). Y pese al paso de los siglos, la gestión más social sigue siendo la que dio nombre a economía. La que baja “al mercado” al escalafón de lo humano; la de tu vida diaria: la administración del hogar.
¿Qué hay de innovador en esa gestión si es tan antigua? Pues que forma parte de la eutopía, aquel lugar que acoge a todas las viejas buenas ideas. Un elemento innovador no necesita ser enteramente nuevo o desconocido sino que debe implicar algún cambio.
A lo largo de todo el escrito hemos resaltado viejas buenas prácticas y repercusiones de las empresas sociales:[6]

  •     Son importantes promotoras del desarrollo social
  •     Reinvierten sus excedentes en un fondo común
  •     Son democráticas y activan la participación
  •     Desarrollan el espíritu emprendedor
  •     Dignifican el trabajo de la persona y autoemplean
  •    Colaboran en la inclusión e inserción social
  •    Apoyan los servicios educativos
  •    Facilitan la creación de infraestructura social


La innovación que implica el cambio se fundamenta en el tiempo y el entorno en el que se vive e interacciona en cada momento histórico. Actualmente la innovación reside en dar respuesta a…

Nuevos tiempos. No le llamemos crisis; llamémosle cambio de paradigma. Apunta a resultar un proceso que probablemente vaya a tardar años en alcanzar un equilibrio y mientras el que sería conveniente buscar referentes para desarrollar un camino alternativo. La apuesta por la economía social es el más claro de los existentes actualmente. El modelo ha demostrado ser más resistente a la crisis que las empresas capitalistas tradicionales. Frente a 4,9 millones de parados, las cooperativas han conseguido poner su granito de arena y crear 8.000 empleos en el primer semestre de 2012, sin contar con los puestos de trabajo que se han destruido en el sector.[7]

Nuevos entornos. Humanizar los espacios se vincula necesariamente con la humanización de un tiempo más acorde a las posibilidades de las personas.[8] Nunca el mundo ha sido tan accesible, explorado y comunicado, pero sin embargo tan paradójicamente poco “común”. Los HUB, los laboratorios urbanos y la gestión de los espacios comunes surgen como alternativas de innovación y canalización de la participación ciudadana.  Crean nuevas relaciones, siendo la participación la antorcha de utopía que acompañamos y que nos acompaña en el camino, poniendo nombre a cada pequeño logro, cada paso dado, cada puente tendido.

Esto es innovación social. Acaso inspirada en domesticar la utopía tal y como se narra en viejos buenos relatos como “El Principito”. Con el corazón.



[1]Las personas que resuelven problemas deben de algún modo llegar a creer antes que pueden resolver problemas. Esta creencia no surge de repente […] el proyecto requiere un comienzo, algo en el camino que ayude a una persona a forjarse la creencia de que se puede hacer del mundo un lugar mejor. Aquellos que actúan bajo esa creencia la extienden a los demás. Son tremendamente contagiosos. Sus historias deben contarse.” (David Bornstein, “Cómo cambiar el mundo”, experiencias de emprendedores sociales).
[2]Fuente: “La empresa social, una forma de gestión innovadora”- Revista Otra Economía- Volumen IV- Nº6- 1er semestre/2010 ISSN 1851-4715
[4] Anexo:“Los portadores de sueños”, Gioconda Belli
[5] Fuente: Heraldo Domingo 23/09/12, Nº 498 “Mirar de Frente a la Crisis”
[6] Fuente: “La empresa social, una forma de gestión innovadora”- Revista Otra Economía- Volumen IV- Nº6- 1er semestre/2010 ISSN 1851-4715
[8] Fuente: Conceptos para pensar el siglo XXI; Cap. Participación, Luis Aranguren Gonzalo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Un español perfecto, con una ortografía correcta, ni un solo anglicismo a la vista.

Le congratulo por ello, señorita Cristina Sánchez Herrando.

Ya hablaremos, tengo problemas burocráticos y he de crearme una cuenta de Google para disponer de correo electrónico.